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Entrevista con Ana María Estrada Zuñiga

(Imagen superior: «El cuerpo de mi voz», 2018, Barcelona, España. Registro de vídeo: Fran Casas-Cordero)

Ana María Estrada Zuñiga es una artista Chilena cuyo trabajo he seguido desde hace un tiempo. En esta entrevista Ana nos cuenta sobre su obra y su investigación donde el tema de la identidad tiene gran relevancia.

DV: En algún momento del siglo XX se habló mucho de el tema de la identidad dentro de las artes plásticas y la filosofía en Latinoamérica. ¿Crees que tiene sentido hablar de una identidad Latinoamericana dentro de la práctica con sonido en este momento?

AMEZ: Creo que siempre es importante plantear esta pregunta, más allá de constatar el hecho de que exista algo así como una identidad Latinoamericana en la práctica sonora. Precisamente porque considero que sigue existiendo una mirada muy colonizada respecto a las prácticas de la gente que trabaja con sonido, ya sea por parte de quienes crean, como de quienes visibilizan estas propuestas. En Chile por ejemplo, si te fijas en las convocatorias de encuentros y festivales dedicadas al ámbito del Arte Sonoro, se le da mucha importancia a la presencia de personas extranjeras (no latinoamericanas necesariamente) e incluso en algunos casos, el trato, en cuanto a financiamiento y todo ello es bastante distinto entre artistas locales (incluyendo  a quienes actualmente vivimos fuera) y extranjeros.  Y bueno, podríamos decir paradójicamente, que esta actitud colonizada es parte de la identidad de Latinoamérica o de Chile. No obstante, decir «práctica sonora» es muy amplio, yo me refiero sobre todo a lo que entenderíamos por arte sonoro, que es el ámbito en el que yo me he movido desde que empecé a crear.

Desde mi perspectiva y dentro de mi área de interés, sí considero que hay una cuestión que ha ido emergiendo con bastante potencia dentro del ejercicio creativo con el sonido y es la presencia de mujeres y disidencias, que se plantean desde una postura feminista o al menos con enfoque de género. Si bien, hay poca gente que «hable» de ello, en la práctica sí existen un montón de compañeras y compañeres que están generando materiales y experiencias que se erigen desde allí. Yo creo que allí hay una identidad o al menos una búsqueda no hegemónica de ella.

(«Cómo romper un muro» 2019, Santiago de Chile. Registro: Jorge Matta.)

DV: Como Latinoamericanos hay ciertos temas que le son comunes a toda la región tales como la violenta herencia colonial, la protesta social, la protección y exaltación de los pueblos y valores indígenas, la corrupción gubernamental, la influencia de USA en nuestra política y economía, los gobiernos dictatoriales, las guerrillas y el narcotráfico, entre otros. ¿Crees que se puede hablar de temáticas y enfoques estéticos que manera deliberada o involuntaria han llevado a asumirse como propios?

AMEZ: Creo que no se puede homogeneizar bajo el nombre de Latinoamérica en este sentido, porque si bien estas cuestiones que mencionas nos son comunes, las formas de visibilizarlas y trabajar desde allí, difieren bastante. Pienso que el arte sonoro es el menos desarrollado en relación a otras prácticas artísticas en cuanto a temáticas sociales, lo que no implica que no existan trabajos que estén comprometidos con la realidad, pero no sé si se deba generalizar.

Además en Chile por lo menos, el arte sigue siendo una cuestión muy de élite y en este sentido creo que hay artistas y eventos artísticos que anteriormente no tuvieron un interés marcado  por abordar temáticas sociales y que en las circunstancias actuales les ha parecido bien hacerlo, pero que a mi juicio les falta reflexión y como diríamos allá, les falta «calle».

Para mi todavía hay muchas propuestas que se ocupan de una «cierta estética», pero que son ligeras o inconstantes respecto a las temáticas, como si fuesen cosas que hay que separar. Y al mismo tiempo, he visto mucho oportunismo respecto a qué temáticas y cuándo abordarlas y el resultado es muy pobre o mejor dicho poco honesto, porque es algo que se trabaja circunstancialmente y no porque realmente sea de tu interés.

Me da la impresión que esto no es necesariamente lo mismo que ocurre en Bolivia o Argentina por ejemplo. Entonces considero que hay que analizar de forma más local cada realidad, puesto que el concepto de identidad en el ámbito de la vida cotidiana es muy distinto entre unos países y otros. Por ejemplo, dentro de lo que mencionas, no todos poseen una presencia indígena o de pueblos nativos tan importante o los niveles de violencia e influencia de USA también tiene matices importantes. Creo que es imposible no señalar esto, pensando en que actualmente en México están matando 10 mujeres al día y que en Chile se está protestando contra un sistema muy abusivo, que tiene sus bases en el modelo económico neoliberal impuesto por Estados Unidos. Creo que estas cuestiones deben afectar nuestra práctica creativa sin duda, pero no sé si esto ha llegado a constituirse en un enfoque estético tan claro. Estamos viviendo un momento muy particular y radicalizado, en el cual esperaría que el arte sonoro también esté implicado.

De todos modos hay algo con una estética precaria (y que yo misma he trabajado), pero también me hace falta una cierta radicalización en este sentido. Porque igualmente nos encontramos con artistas que apelan a una súper tecnología o mega producción, cuando en realidad no hay un real acceso a ella. Creo que es importante hacernos cargo de que somos un territorio precarizado y que hablemos desde ese lugar y que por lo tanto aquello que en un principio puede ser circunstancial, transformarlo en una propuesta y en una estética. En mi caso y en relación a la herencia de las vanguardias europeas por parte del Arte Sonoro, ya hace un tiempo que vengo señalando que esto del ARTE-VIDA más que una decisión ha sido una condición, porque nuestras vidas como personas y como artistas son tan precarias, que no nos permite separar una cosa de la otra. Esto no quiere decir que sea algo de lo cual lamentarse, pero si sobre lo cual profundizar y reflexionar.

La situación actual de la pandemia aparentemente ha dado pie a que exista más conexión entre las prácticas sonoras y la contingencia social y que pueda haber más diálogo entre países latinoamericanos en este sentido. Habrá que esperar para ver cómo se desarrollan estas inquietudes a lo largo del tiempo o si bien sólo quedarán acotadas a una circunstancia, como mencionaba anteriormente.

(«Hola Julia» 2019, Santiago de Chile. Registro: Alexis Llerena Mallea- PAM.)

DV: Al arte sonoro y sus orígenes se asocian con movimientos europeos como el Futurismo Italiano, Fluxus y los Situacionistas. Es común que en la academia en Latinoamérica, la música experimental y el arte sonoro se introduzcan a partir de artistas y obras Europeas, Norteamericanas y Japonesas, restándole muchas veces importancia a antecedentes latinoamericanos tan importantes como el Colectivo Acciones de Arte en Chile, Musika Viva en Colombia, No Grupo en México y Música Más en Argentina.¿Crees que en alguno ámbitos en Latinoamerica existe una sobre-referenciación extranjera? ¿Crees que es importante hacer énfasis en el trabajo sonoro de artistas pioneros de región?

AMEZ: Por supuesto que creo que tiene sentido. Ahora bien, me parece que hay que mantener la honestidad respecto a nuestras influencias. Porque creo que también hay una cuestión generacional que posibilita que más artistas en la actualidad tomen conciencia de esta visión colonizada del arte, en relación a la manera que nos educaron a quienes lo estudiamos en la universidad o en la academia, aún cuando no se puede desconocer que hay artistas que desde siempre miraron más hacia el entorno americano. Pero yo no me voy a poner a decir que Fluxus o el Futurismo no fueron referencias para mi, porque sería mentira. Es lo mismo que me pasa con la cuestión del enfoque de género o feminista. Mis referentes iniciales siempre fueron masculinos y más que avergonzarme de ello, me hago cargo y trabajo con eso también, porque es parte de tu historia, que a la vez es reflejo de la historia de tu territorio y sea como sea eso es identidad también. Es importante creo yo, entender que la identidad es algo dinámico y no algo estable o fijo y que como tal puede devenir en diversas formas, más que responder a una esencia.

Ahora bien, para mi tiene tanta importancia hacer referencia a artistas provenientes de Abya Yala, como al hecho de que empecemos a referir y visibilizar más el trabajo de mujeres y disidencias, porque si vamos a referirnos a nuestro continente, pero vamos a seguir hablando de hombres, para mi no tiene mucho sentido, pues decolonización y desptariarcalización van de la mano (como diría María Galindo)

(«Je suis une femme?» 2020, Santiago de Chile. Registro: Alexis Díaz)

DV: En charlas que hemos tenido me has contado como el tema de la identidad en tu trabajo se ha vuelto muy importante y que lo estás abordando desde la mirada feminista y trabajando alrededor de la voz. Cuéntanos sobre los proyectos que estas desarrollando actualmente?

AMEZ: Bueno, actualmente estoy desarrollando varios proyectos (un disco, un ensayo y un taller para ser más precisa), pero en el que estoy más involucrada es en un taller de larga duración, que es el trabajo que le da el mayor sentido a mi investigación y exploración actual. El taller se llama “Más Que Mi Voz”, se imparte en Chile y está dirigido a mujeres, lesbianas, personas trans, no binarias e intersex. Lo conformamos alrededor de 15 personas y lo que hacemos es explorar la relación entre la cuerpa-voz-escucha por medio de diversos ejercicios. Como fruto de esto se realizará una intervención en el espacio público que será generada de manera colectiva. Cabe decir que este taller tiene y tendrá varias versiones y que esta ha sido la más extendida. Y de hecho la acción final tendrá que verse pospuesta por la actual situación del COVID-19, del mismo modo me encuentro explorando en formas de hacer versiones del taller de manera on line.

Este trabajo es muy importante para mi por varias razones, primero que todo porque responde a la idea de que la identidad se explora de manera colectiva, porque una es, o más bien deviene por-para-a través de otres. Sobretodo considerando lo ya mencionado, que la identidad se (re)configura constantemente. En este sentido yo creo más en la idea de Deleuze, acerca de ¡haced rizoma y no raíz! y por ello también me gusta mucho el formato de taller, porque es un espacio abierto a la interacción con distintas cuerpas y voces con las que exploras resonancias posibles; haces sonar, escuchas y buscas tu voz junto a otras voces, te planteas desafíos sobre la identidad de esa voz que eres, que te habita y que en realidad son muchas voces, lo cual queda de manifiesto cuando te agencias con otras cuerpas resonantes.

Hay una frase de un libro de Clarice Lispector (que de hecho me he tatuado) que me representa mucho y dice (parafraseada) Mi pregunta no es: “quién soy”, sino “entre quiénes soy”. Me gusta citar siempre esta frase porque proviene de la literatura y no de la teoría académica y mi forma de escribir creo que es bastante antiacadémica, porque en el fondo la escritura es también una voz y en esa línea es que los textos que escribo, incluyendo aquellos que se enmarcan dentro de mi Doctorado, proponen otras maneras de escribir, mixtas y disonantes.

A mi los feminismos me enseñaron este camino de las alianzas, del conocimiento situado y encarnado. Y es a partir de ese enfoque que desarrollo mis proyectos artísticos. Así, en mis ensayos por ejemplo, cada vez doy más valor y fuerza a las citas de otras y otres autores, porque se configuran también como encuentros con esas voces, con las que una no siempre está de acuerdo, pero con las que dialogas desde los afectos, no sólo en el sentido de “lo afectivo”, sino también bajo la idea de que te dejas afectar por esa voz, permites que te interpele, te atraviese y desde esa interrogación buscar encuentros en las diferencias. Del mismo modo es que también me cito a mi misma en otras formas, por ejemplo escribiendo en cursivas cuando utilizo una escritura más poética o evocativa, aludiendo a que yo soy más que una sola voz.

En el disco de arte sonoro que estoy haciendo, también propongo una exploración y diálogo con otras voces a partir de la propia. En este caso, a partir de la idea de la imitación del idioma francés entré en una dinámica de revisar los referentes del feminismo, ya que la influencia de las francesas es muy fuerte. Mi idea es un poco cuestionar también la colonización en nuestras propias referentes. De esta manera es que parto desde imitar un cassette que me hace repetir frases en francés, develando en lo sonoro mis aciertos y errores, las inflexiones y cambios de mi voz, para poco a poco ir generando un discurso feminista que dialoga con la voz de Simone De Beauvoir y que se infiere a partir de ciertas palabras, que aunque mal pronunciadas, pueden ser familiares para el oído de una persona hispanoparlante. Cada track de audio de este disco es una especie de còllage sonoro basado en mi voz, que en el intento de imitar este idioma colonizador, deja en evidencia ruidos, errores y disonancias, que finalmente constituyen mi propia voz. Algo así como una voz intentando ser otra, pero en donde en ese intento también aparece de manera genuina. Finalmente, como te decía antes, creo que aquello que no somos y que difiere de nosotrxs también está implicado en la constitución de la identidad, ya que esta deviene todo el tiempo.

Espero que el disco y una primera versión autopublicada del ensayo vean la luz por el mes de junio 2020.

(«Interveacción sonora-feminista» 2016 Oaxaca, México. Registro: Danae Silva)

DV: ¿En qué momento la identidad se vuelve un tema importante para ti?

AMEZ: Creo que es una pregunta que siempre estuvo latente, porque siempre trabajé mucho a partir de la noción de lo cotidiano y me parece que está fuertemente vinculada con la idea de identidad y quizás es por ello que al irme a vivir a Barcelona es que esta pregunta se radicalizó, ya que mi espacio y mi entorno cambió y una busca maneras de sentirse a gusto donde está, pero como migrante generar algún tipo de zona de confort, es un camino muy largo y complejo, sobretodo cuando no cuentas con apoyo de becas ni tienes nacionalidad europea (en este caso) que te pueda permitir acceder a trabajos en que puedas sentirte en igualdad de condiciones que las personas que son originarias del nuevo territorio que habitas. Por otra parte, la distancia hace que una se pregunte muchas cosas respecto al lugar del cual procede. Yo diría que en mi caso no eran preguntas nuevas. Pero por ejemplo, yo nunca me sentí “chilena”, porque no me identificaba con las cuestiones que estereotípicamente definen el ser chilenx, siempre fui muy crítica con el país en el que nací y nunca lo sentí como mío (lo que tampoco quiere decir que me fui odiando Chile ni mucho menos). No obstante, estando en España empecé a sentir una identidad latinoamericana que habitaba en mi y esto fue muy curioso y bonito al mismo tiempo, sobretodo porque creo que en Chile se crea una falsa idea de que somos el país menos Latinoamericano, porque nos auto percibimos como personas mucho más frías de lo que realmente somos y porque Latinoamérica significa subdesarrollo, cuando en realidad para mi ser latina es ser más afectuosa y aguerrida, precisamente porque todo allá te cuesta mucho y los privilegios sólo son para unas pocas personas.

(«Sigue Mi Voz» 2019, Barcelona, España. Registro de vídeo: Vania Caro)

DV: Tratando de establecer una línea de tiempo ¿Como se desarrolla en tu trabajo la relación entre la voz y el tema de la identidad?

AMEZ: Ah, para mi es súper claro que esto apareció nada más pisar Catalunya. De hecho escribí un texto sobre ello. Y es que cuando entraba a las tiendas (aún me pasa) y me preguntaban qué quería, el tono de las mujeres que me interpelaban era para mi demasiado elevado e intenso y eso me chocó muchísimo, porque en Chile, en general hablamos bajito y sobretodo si es alguien que te está atendiendo, debe hablar con un tono mucho más servicial y sumiso. Luego me di cuenta que eso se extiende a la vida cotidiana de las personas y siempre me daba la impresión de que hablaban gritando e incluso llegaba a creer que no estaban conversando, sino discutiendo y en la mayoría de los casos no era así. Ahora me hace un poco de gracia pensar en este choque cultural, aún cuando todavía me perturba, pero supongo que también es una deformación profesional mía, ya que soy una artista sonora que valora mucho el silencio, más que el ruido. El silencio entendido, entre otras cosas, como escucha también.

Lo interesante de todo esta historia es que me llevó a preguntarme cuáles son las voces que son escuchadas y en relación al feminismo sobretodo, porque la metáfora (que en realidad no es tan metáfora) de la voz, de sacar o alzar la voz femenina, tanto desde la emancipación de las mujeres en los siglos anteriores, como en relación a la actual visibilización de las legítimas demandas de nosotras, está muy presente en la historia, teoría y práctica feminista. De pronto empecé a sentipensar que algunos feminismos y algunas feministas exigían a las compañeras que levantaran la voz, pero no se preguntaban por lo impositivo que puede ser esto, ni se cuestionaba qué hacemos nosotras para que todas las voces sean escuchadas. Creo que aquí hay un enfoque desvirtuado bajo la idea de empoderamiento de la que tanto se habla y que yo no comparto, no me gusta este término, porque para mi el feminismo no va de tener el poder, creo que eso sigue siendo una mirada muy patriarcal. En este sentido, prefiero por una parte la idea de acuerpamiento que refiere a una idea de colectividad y de alianza, en donde como cuerpas nos encontramos y nos afectamos por otras cuerpas, esto en relación a la idea de embodiment proveniente de las ciencias sociales y posteriormente abordada desde el feminismo, así como la idea de conocimiento situado y encarnado que replantean autoras como Haraway y Braidotti respectivamente. Y por otra parte me gusta mucho la idea de concebirnos como potencias creadoras, idea que tomo de Val Flores, la idea de potencia más que de poder creo que es muy asertiva y luminosa. Y por último señalar también que el escuchar otras voces implica hablar de un nosotres y ya no sólo de un nosotras, porque el feminismo no es una cuestión que sólo practiquen las mujeres, sino también todes les compañeres que no caben dentro de la definición hetero-cis del ser mujer y para mi son de hecho esas voces las que más me han enseñado a interrogar la propia identidad desde lo colectivo y los afectos.

(Taller «Más Que Mi Voz», 2019, Santiago de Chile. Registro: Jorge Matta)

DV: Actualmente estás residiendo y estudiando en España. ¿Crees que haberse ido de Chile y tomar distancia con tu entorno, te ha llevado a hacerte preguntas que tal vez en Chile no eran tan relevantes?

AMEZ: La verdad es que considero que las preguntas no cambiaron tanto, sino que se fueron desplazando y ampliando. El tema de la identidad siempre fue un conflicto, pero fue al ingresar a los feminismos que logré ver un lugar más real desde donde hacerme esta pregunta. Fue entonces que empecé a revisar mis historia hacia atrás y las cosas que había hecho, observando a qué preguntas y necesidades respondían, en donde algunas de ella no se me habían hecho del todo evidentes. Mi ingreso al feminismo coincidió con mi partida de Chile, pero no es algo que atribuya a Barcelona o a Europa, sino simplemente a la distancia y al sumar un elemento nuevo a mi identidad; la de ser migrante  y porque al ser mujer migrante, se extrapolan cuestiones que tienen que ver por ejemplo con el ámbito laboral y en este sentido se evidencia lo que se espera de ti como mujer; que te veas bonita, que seas amable, que sepas cuidar, esto último es crucial, el tema de los cuidados cómo ha sido abordado desde los feminismos y como en la mujer migrante contribuye a su explotación. Si bien estos últimos temas no los he abordado explícitamente, los menciono para dar cuenta del nuevo entorno que se me empezó a presentar y que en Chile por supuesto también existe, pero que en cierta forma la comodidad de estar en el país en el que nací, no me permitía ver tan críticamente, sobretodo considerando que nací en el 80 y emigré en el 2015.

Ahora bien, en este sentido me empecé a preguntar también qué se esperaba de nuestra voz, tanto en el ámbito sonoro como semántico, por ello es que me tocan también los temas que tienen que ver con el lenguaje y más específicamente la performatividad de lenguaje que planteara Judith Butler.

Por último, aunque creo que queda claro que no soy de las que alaban Europa, es innegable que el acceso a libros, conferencias, presentaciones, etc., que tienes viviendo en Barcelona dista mucho del que pudieras tener en Chile y eso sí que es algo que agradezco enormemente, sobretodo en una ciudad donde hay tanta población migrante organizada y donde el discurso de la decolonización existe, pues hay otras ciudades españolas en las que de verdad es muy incipiente.

(«Tres Veces Pacto de Silencio», 2016, Valencia, España. Registro: Alexis Día)

DV: En algunos trabajos tuyos veo como lo cotidiano u «ordinario» es un asunto importante. ¿Como se conecta eso con tus preguntas sobre identidad?

AMEZ: Creo que el tema de lo cotidiano está muy vinculado a la idea que ya he comentado de ARTE-VIDA. Por un lado creo que tiene que ver con la premisa de trabajar con lo que se tiene, que fue lo que hice desde un comienzo y que al día de hoy sería trabajar con la propia voz, con la cuerpa, que es algo que tengo, en el sentido que nunca dejo de ser esta cuerpa ni esta voz. Pero además con la idea de dar cuenta de la realidad precarizada como artista. Mi hogar siempre fue mi taller, pues no había posibilidad de alquilar uno, nunca he tenido un espacio de trabajo que sea fuera de mi casa y elegí no obviar esto, sino hacerlo parte de mi trabajo. Tampoco es algo de lo que me ande lamentando, pero casi todas las personas que se dedican al arte que yo conozco tuvieron alguna vez un taller, por lo que en este sentido siento que hay una diferencia en quiénes nunca tuvimos esa experiencia o al menos para mi la hay y me interesa hacerla significativa. Creo que por eso también es que me ha interesado mucho siempre el espacio público por sobre la galería o el museo. Y cuando se trata de encerrarse en un lugar he usado mi propia casa para trabajar; hacer talleres, happenings, etc. Algo que por cierto en Barcelona no he podido hacer y que extraño muchísimo.

En conexión con esto, está también lo que ya he mencionado respecto al territorio en el que una vive y cómo te desenvuelves en él. Pero también una idea de territorio extendida, no tanto pensando en un “¿dónde soy?”, sino en el “¿entre quiénes soy?”, de Lispector. Se conectan así las nociones de cuerpa y territorio desde el lugar de la cotidianeidad y ahí es donde aparece la noción de identidad.

Conozca mas sobre el trabajo de Ana acá:

http://cerosilencio.blogspot.com/
https://www.youtube.com/user/sonidoam/videos